El Gato Clavo
De todos los nombres vernáculos que ha recibido el lince ibérico a lo largo de nuestra geografía, tales como lobo cerval, gato cerval, lubicán, tigre, gato rabón, gatillop, etc., fue el de “gato clavo” el más extendido por toda Sierra Morena.
El acervo popular atribuyó al gato clavo características esotéricas y místicas, hecho que contribuyó a rodear a la especie de un especial halo de misterio a lo largo de la historia, convirtiéndolo en la especie más enigmática del monte mediterráneo. El lince ibérico es un felino de mediano tamaño exclusivo del monte mediterráneo de la Península Ibérica, donde surgió como especie hace más de un millón y medio de años y donde especializó su dieta en el consumo del abundantísimo conejo silvestre.
Si bien la especie llegó a vivir en Centroeuropa y la Península itálica durante el Pleistoceno superior, nunca habitó fuera de Iberia en tiempos históricos. Estudios genéticos han mostrado que la población de lince ibérico nunca fue muy grande y además ha sufrido tres crisis poblacionales que han reducido enormemente sus efectivos. La primera fue hace 47.000 y se relaciona con los cambios provocados por el último periodo glacial. La segunda tuvo lugar hace 315 años y se relaciona con la pequeña edad de hielo.
Por último, durante el siglo XX tuvo lugar la tercera crisis, y esta se relaciona directamente con la presión humana. En este siglo, el lince ibérico pasó de ser una especie abundante en toda el área mediterránea ibérica a estar al borde de la extinción.
En 1914 el biólogo A. Cabrera alerta de que la especie se está rarificando en la meseta norte. En 1963 J. A. Valverde constata que la especie ya solo se distribuye por menos de una decena de núcleos de la Iberia mediterránea.
En la década de los 80 varios autores constataron la presencia de núcleos reproductores únicamente en Doñana, Sierra Morena, estribaciones occidentales del Sistema Central y Montes de Toledo.
Cuando en el año 2000 se comienza un censo con técnicas modernas de foto-trampeo y análisis molecular de excrementos, se descubre que solo quedan dos pequeños núcleos poblacionales de lince ibérico que no llegaban a sumar 100 ejemplares: uno en Doñana y otro en las sierras de Andújar y Cardeña, en Sierra Morena. Los resultados de este trabajo muestran que el lince ibérico es el felino más amenazado del planeta y la UICN lo cataloga como “En Peligro Crítico”. Desde ese momento comienzan una serie de programas de conservación del gato clavo basados en la mejora del hábitat, la reducción de la mortalidad, la cría en cautividad, el manejo genético y las reintroducciones.
Tras veinte años de actuaciones, en 2022 el lince ibérico cuenta con más de 1100 ejemplares en estado salvaje distribuidos en 8 núcleos del cuadrante suroccidental de la Península y la UICN ha reducido la categoría de amenaza a “En Peligro”. Gracias a la extraordinaria calidad de monte mediterráneo, la baja presión humana y la abundante población de conejo silvestre, en los berrocales graníticos de la Sierra de Andújar encontró el gato clavo uno de los últimos refugios al comienzo del siglo XXI, teniendo sus habitantes la gran fortuna de no haber dejado nunca de disfrutar de este emblema faunístico.
Y es que ya el nombre del gato clavo, de nuestro lince ibérico, está indisolublemente ligado a la Sierra de Andújar, donde granito, jaras, encinas y enebros le confieren una mágica pátina al siempre enigmático habitante del monte mediterráneo.