El Monte Mediterráneo y la Sierra de Andújar
El monte mediterráneo es uno de los ecosistemas más representativos de la Península Ibérica, ya que ocupa la mayor parte de los ambientes de la región mediterránea. Esta formación se caracteriza por el papel primordial que juegan las especies arbustivas y está formado por especies vegetales de gran resistencia a la sequía prolongada y generalmente perennes. Las especies de flora y fauna que conforman el monte mediterráneo son muy diversas, existiendo especies ubicuas, algunas cuya distribución se circunscribe a la cuenca del Mediterráneo y otras exclusivas de la Península Ibérica. Como especies más representativas del estrato arbustivo destacan jaras, madroñeros, lentiscos, coscojas, labiérnagos, romeros, cornicabras y mirtos, mientras que la especie arbórea más representativa es la encina, seguida de alcornoques, acebuches y quejigos.
Tradicionalmente, el monte mediterráneo se ha transformado por el hombre para la agricultura y la ganadería, por lo que se trata de un ecosistema natural y cultural dotado de una importante componente histórica. Su significado y valoración patrimonial han evolucionado al compás de las sociedades, desempeñado un papel económico fundamental en el ámbito rural. Se ha realizado de manera sistemática una eliminación de la cubierta leñosa para la obtención de tierras de cultivo, así como un clareo y adehesamiento para la obtención de áreas de pastoreo para la ganadería. A pequeña escala, pequeñas transformaciones de esta índole, que aumentan la superficie de ecotonos, pueden aumentar la biodiversidad de una zona. No obstante, este manejo intensivo y transformación del medio provoca un desequilibrio, o equilibrio sesgado hacia algunas especies, que se acumula en el tiempo.
La Sierra de Andújar forma parte de la gran cordillera de Sierra Morena, que separa Andalucía de la Meseta Central. Encinas, alcornoques y quejigos se concentran en un paisaje alomado, de mediana altura, donde los cerros rara vez superan los setecientos metros de altura, entre valles anchos y luminosos, formados por las cuencas fluviales de ríos como el Jándula, que corta la sierra en dos: al sur, los relieves graníticos del batolito de Los Pedroches donde se ubica la mayor y más diversa masa de monte mediterráneo de la Península Ibérica. En el centro de la sierra se ubica el Cerro del Cabezo, donde se erige el santuario de la Virgen de la Cabeza, uno de los epicentros más importantes de la devoción mariana en España. Una densa red de senderos para ser recorridos a pie o en bicicleta de montaña recorre el Parque Natural de la Sierra de Andújar. Son el escenario ideal para a practicar de la caza fotográfica. El caminante está a un paso de observar ciervos, jabalíes, zorros, nutrias, águilas imperiales y un largo etcétera de especies mediterráneas únicas. Hay un camino que resume naturaleza, paisaje y devoción. Es el denominado camino viejo que une la ciudad de Andújar con el santuario de la Virgen de la Cabeza, cuya tradición se remonta al siglo XIII, pocos años después de conquistadas estas tierras a la cristiandad. El camino, vieja ruta de herradura realizada desde aquellas centurias por los peregrinos que buscaban el amparo de la imagen gótica de La Morenita, es una sucesión de paisajes templados, alomados, de cerros de mediana altura, tupidos bosques de coníferas y regatos de agua limpia sombreados por bosques galería. El sendero es un resumen de estas sierras y atraviesa algunos de sus más bellos paisajes del parque, valles alfombrados por encinas donde pastan reses bravas, orillas de grandes embalses y uno de los lugares más históricos de la provincia de Jaén, síntesis de la tradición religiosa de la alta Andalucía.